El salón de cualquier vivienda actual no es solo un lugar para reunirse en familia. Ha cambiado mucho con respecto a los hogares de nuestros abuelos. El concepto de ver la televisión es totalmente diferente. El streaming nos ha acostumbrado a un contenido a la carta. Ahora tenemos un cine en casa, un estadio virtual o una sala de videojuegos inmersiva.

Es decir, disfrutamos de una multiplicación de usos y las pantallas se encuentran en el centro de esta experiencia tecnológica del hogar. Por todo esto, somos más exigentes. No nos vale cualquier cosa y todos llevamos un experto dentro. Ya no es como cuando un posible comprador iba al punto de venta acompañado de su cuñado. Hoy, quien busca un dispositivo ha hecho los deberes. Se ha informado y sabe de brillo, de contraste, de precisión del color e incluso de durabilidad. Además, quiere justificar la inversión en su nuevo equipo.

En consecuencia, los fabricantes se han visto obligados a responder a las nuevas demandas del mundo que nos está tocando vivir. Uno de los caminos más prometedores es el de la nanotecnología. Aquí, Quantum Dot se traduce en colores más vivos y estables, una respuesta eficaz a las expectativas del consumidor, no del futuro, sino del presente.

En este terreno, Samsung se adentró hace más de diez años. Integró esta tecnología en su estrategia de desarrollo, y esa apuesta dio como resultado televisores capaces de redefinir la calidad de imagen. El concepto Real QLED resume bien esta evolución. No se trata solo de introducir puntos cuánticos en las pantallas, sino de aprovechar todo su potencial para garantizar pureza cromática, durabilidad y un estándar de sostenibilidad gracias a la falta de cadmio. Dicha marca ha logrado que sus televisores ofrezcan un 100 % de volumen de color, una característica que los diferencia frente a otros competidores y que pone en evidencia hasta qué punto la experiencia visual puede alcanzar niveles inéditos. Porque hay que ofrecer pantallas de alta gama para un ojo que visualiza la innovación, que ve más allá.

Para el canal de distribución, contar con esta tecnología implica además diferenciar la oferta, "educar" al cliente y situarse en un segmento que no solo busca entretenimiento. En la ecuación están también durabilidad y sostenibilidad. Una certificación libre de cadmio añade un argumento sólido para los vendedores en un mercado cada vez más atento a la huella ecológica de los productos.

El futuro apunta incluso hacia aplicaciones en pantallas profesionales, en entornos médicos, en dispositivos móviles o en escaparates digitales para el comercio. Quantum Dot proporciona versatilidad en su adaptación a distintos formatos y no se limita al ámbito del hogar. Se adapta igualmente a entornos como pueden ser las farmacias, por ejemplo.

Con todo, la evolución de las pantallas no se explica únicamente en términos de resolución o tamaño. Asistimos a un cambio cultural en la forma en la que interactuamos con la tecnología, en cómo integramos experiencias inmersivas en nuestra vida cotidiana y, por supuesto, en cómo la innovación científica impacta en la economía del retail. Así, el salón, la tienda y la oficina estarán marcados por pantallas que construyen realidades. En esa transformación, los avances basados en Quantum Dot, y en especial en Real QLED, se perfilan como protagonistas silenciosos.