Todas las empresas, y más todavía las pymes, ante momentos de grandes cambios e incertidumbre se encuentran con el problema de la dispersión de sus equipos que se descentran con suma facilidad y la visión se vuelve como una foto borrosa.
Con los cambios en el mercado a gran velocidad vienen los problemas y empiezan a buscarse culpables en lugar de soluciones, el equipo se rompe y algunas individualidades parecen haber desaparecido o haberse escondido de la realidad, se meten en el día a día lo más camuflados posible y sin ...
Con los cambios en el mercado a gran velocidad vienen los problemas y empiezan a buscarse culpables en lugar de soluciones, el equipo se rompe y algunas individualidades parecen haber desaparecido o haberse escondido de la realidad, se meten en el día a día lo más camuflados posible y sin querer debatir abiertamente los nuevos problemas.
Es misión del líder tratar por todos los medios de mantener al equipo unido o al menos a la mayoría de la gente unida en torno a la estrategia de la empresa. Aquí nace el problema ya que muchas pymes tienen jefes pero no líderes y eso ahora no vale.
El líder para evitar que la gente solo luche por su zona de confort debe inyectar talento + disciplina como antídoto de esta grave enfermedad empresarial. Además en los equipos pequeños, si hay alguien que se vuelve tóxico y tiene influencia podremos estar ante un verdadero problema que si no se acomete a tiempo nos lleve a una situación irreversible o a tener que cambiar a la mayoría del equipo lo que a corto plazo nos hará bastante daño.
Es precisamente en estos momentos de confusión cuando el personal mira más que nunca a su superior esperando soluciones y luz ante tanta niebla. La comunicación del máximo responsable se hace entonces imprescindible y tiene más repercusión que nunca la calidad, transparencia y persuasión de la misma.
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