Electromarket_351

22 Electromarket_2022 análisis productividad, que se espera sea transitoria y se corrija a lo largo de 2022 y comienzos de 2023. El principal riesgo para la economía española, además de las incertidumbres en torno a la pandemia, atañe a la inflación. Ésta inició el año en tasas muy reducidas, en torno a cero, y acabó con un 6,7% en diciembre. En la primera mitad del ejercicio el incremento procedió del componente energético, concretamente de la recuperación del precio del petróleo tras las caídas sufridas en 2020, mientras la inflación subyacente se mantenía contenida en niveles muy reducidos. A partir del verano, y especialmente en los últimos meses del año, al aumento del precio de petróleo se le sumó el fuerte encarecimiento de la electricidad y de los alimentos, y el ascenso de la inflación subyacente. Esta última terminó 2021 en un 2,1%. El aumento de la inflación en los alimentos y en los componentes de la inflación subyacente refleja el traslado de los mayores costes de producción hacia los precios finales al consumo. En el caso concreto de los servicios, finalmente, hay otro factor que ha contribuido a elevar su tasa de inflación, concretamente la normalización de precios en ciertos servicios (hoteles y paquetes turísticos) que sufrieron fuertes caídas de los mismos el año anterior como consecuencia de la pandemia Factores geopolíticos pueden alterar las hipótesis de relajación de los precios energéticos a partir de la primavera, y una espiral de precios internos y de salarios, aunque poco probable, generaría un deterioro de la competitividad y un repunte de las primas de riesgo. Nivel global De acuerdo con el último Informe trimestral de la economía española, publicado en diciembre en el Boletín Económico del Banco de España; la mejora de la actividad y del comercio globales ha experimentado una cierta pérdida de impulso en el tramo final del año. A ello han contribuido el surgimiento de nuevos brotes de Covid19 en algunas áreas geográficas y la intensificación de dos fenómenos que se han manifestado de forma creciente a medida que transcurría el año y que, en gran parte, son una consecuencia de la propia reapertura de las economías tras la pandemia: las tensiones en las cadenas globales de suministros y el encarecimiento de un conjunto amplio de bienes que intervienen en los procesos de producción y que, en algunos casos, forman parte también de la cesta de consumo. “La capacidad productiva global ha tropezado con dificultades para satisfacer el repunte de la demanda tras la fase de mayores restricciones frente a la pandemia”, afirma el documento. La recuperación de la demanda ha dado lugar a fenómenos de escasez de determinadas materias primas y de bienes intermedios que intervienen en los procesos productivos, así como a una insuficiencia de la capacidad existente del transporte marítimo internacional para atender de manera fluida la reactivación de los flujos comerciales. Enmuchos casos, ello ha dado lugar a alargamientos de los plazos necesarios para satisfacer los pedidos de bienes. Estos desequilibrios entre demanda y oferta han originado “notables presiones inflacionistas a nivel global”. Los aumentos de precios han sido“particularmente significativos en el casodemuchasmaterias primas, en especial de algunas energéticas”. Como consecuencia de este encarecimiento, en los países importadores de estos productos se ha reducido el poder de compra de los hogares y se han incrementado notablemente los costes en algunos procesos productivos, lo que ha moderado la intensidad de la recuperación. La evolución del producto está siendo desigual por áreas geográficas. Unamedida del grado dispar de la recuperación en las distintas economías viene dada por la distancia entre el nivel actual del producto y el previo a la crisis. En EE UU, esa brecha tiene ya signo positivo. El PIB del tercer trimestre de 2021 estaba 1,4 puntos porcentuales por encima del correspondiente al cuarto trimestre de 2019. Pero en el área del euro el PIB es todavía ligeramente inferior al nivel precrisis. Por su parte, las economías emergentes han recuperado, en su conjunto, los niveles de actividad anteriores al Covid19, aunque el crecimiento acumulado desde finales de 2019 es considerablemente más reducido que el que hubiera resultado de mantenerse la evolución tendencial previa a la pandemia. En gran medida, ello se debe a que la incidencia económica de la enfermedad sigue siendo, en la actualidad, relativamente elevada en este grupo de países (y mayor, en todo caso, que en las economías avanzadas, como consecuencia de las menores tasas de vacunación). Más recientemente, la velocidad de la recuperación se está viendo limitada, en algunas de estas economías, por el endurecimiento de la política monetaria inducido por el aumento de la inflación. En el área del euro, los cuellos de botella en la oferta y el encarecimiento de la cesta de consumo afectaron negativamente a la actividad económica en el tramo final del año. “Las proyecciones más recientes del Eurosistema prevén que el PIB recobre un mayor dinamismo desde mediados de 2022, a medida que se vayan disipando esos obstáculos al crecimiento”, subraya el informe. En el conjunto del próximo año, el producto del área avanzaría un 4,2%, antes de desacelerarse hasta el 2,9% y el 1,6% en 2023 y 2024, respectivamente. En España, el documento confirma que los avances en el proceso de vacunación permitieron que la evolución epidemiológica fuera favorable durante la mayor parte del otoño. Ello condujo a la práctica desaparición de las restricciones a la pandemia, con una reapertura casi total de las actividades de los servicios. Después, se produjo una nueva alza en la incidencia de la enfermedad, que comenzó a requerir la reintroducción de algunas medidas de contención. En base a sus proyecciones más recientes, el Banco de España estima que la recuperación de la economía española proseguirá en el próximo trienio. Amedida que estos impedimentos vayan despejándose, la mejora de la confianza de los agentes privados y de las condiciones en el mercado de trabajo, la prolongación del período de condiciones financieras favorables y el despliegue de los proyectos vinculados al programa Next Generation impulsarán el gasto. Con todo, se podría retomar el nivel precrisis hacia el inicio de 2023. En base a sus proyecciones más recientes, el Banco de España estima que la recuperación de la economía española proseguirá en el próximo trienio

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