Tiempos complicados para las cámaras digitales

Parafraseando la letra de la famosa canción de The Buggles, podríamos decir que el smartphone ha matado a la cámara digital. Así de sencillo y contundente.

06/09/2017

Exceptuando un reducido grupo de aficionados a la fotografía, el resto de los consumidores han optado por su teléfono móvil como medio de tomar y almacenar recuerdos, dando lugar a uno de los periodos más largos de crisis en el negocio fotográfico. El sector de fotografía de consumo parece no ...

Exceptuando un reducido grupo de aficionados a la fotografía, el resto de los consumidores han optado por su teléfono móvil como medio de tomar y almacenar recuerdos, dando lugar a uno de los periodos más largos de crisis en el negocio fotográfico. El sector de fotografía de consumo parece no levantar cabeza. Cualquiera lo puede comprobar por sí mismo echando un vistazo a cualquier tienda del ramo: verá pocos modelos nuevos de cámaras compactas, réflex que no se renuevan desde hace meses y sólo algunas novedades en nuevos segmentos como los de cámaras fotográficas de aventuras. Por el contrario, si se acerca a una tienda de telefonía, podrá comprobar cómo hay modelos nuevos prácticamente cada mes. El mercado es lo que quiere y los fabricantes lo surten de todo tipo de móviles,  tanto en cuanto a formas, precios, características o prestaciones. Y de hecho, su capacidad para hacer buenas fotos suele ser la que diferencia un smartphone "normal" de otro de gama alta.

Las cifras de ventas lo corroboran, puesto que el sector lleva prácticamente cuatro años consecutivos con ventas en caída libre. De hecho, el pasado 2016 ni siquiera se consiguió poder igualar las cifras de ventas del 2012 (año de plena crisis económica), facturando unos 91 millones de euros menos que en dicho año. Es más, este pasado 2016, las ventas han seguido cayendo, en concreto un -5,45% con respecto al 2015 (y sin claros visos de recuperación).

Ventas por segmento
Y como no podía ser de otra forma, dónde más se ha dejado sentir este cambio de tendencia, ha sido en el segmento de cámaras que competían de tú a tú con los smartphones: las cámaras compactas. Segmento de cámaras básicas, sin demasiados alardes tecnológicos e incluso muchas de ellas del tipo "apuntar y disparar". Segmento que ha sido literalmente fagocitado por unos teléfonos móviles que además de tener otras funciones complementarias a las de la propia captura de imágenes (como la posibilidad de compartir en redes sociales las imágenes de manera instantánea) incluyen en algunos modelos, opciones que permiten ir un paso más allá de una cámara compacta básica: funciones 3D, fotografías panorámicas o fotos de 360º; son todo un aliciente para un comprador que no encuentra ni esas funciones, ni esa comodidad de uso, en una cámara compacta tradicional. Todo ello sin olvidarnos del factor "un equipo menos que llevar encima".

El consumidor ha hablado y el desplome de ventas con respecto al 2015 ha sido contundente, con una caída de ventas en este 2016,  de todo un -20% en el segmento de cámaras compactas. Pero quien pensara que las cámaras réflex estarían a salvo, se equivocado puesto que este segmento también ha sufrido la crisis del sector. No con una cifra tan tajante como la de las compactas, pero también significativa: todo un desplome del -14% con respecto al año anterior.

¿Cuáles son entonces los segmentos que se salvan? Pues aquellos que aportan un valor añadido en cuanto a calidad de imagen sobre lo que ofrece un smartphone, pero sin tener el lado negativo de equipos réflex de gran tamaño y peso. Nos referimos al nuevo segmento de cámaras réflex compactas EVIL o CSC. Son equipo de muy pequeño tamaño (comparado con una réflex tradicional), en algunas ocasiones compitiendo en peso y dimensiones con compactas, pero con unas prestaciones a años luz tanto de smartphones como de compactas básicas. Todo ello gracias a un sensor mucho más grande que una cámara tradicional (en ocasiones del mismo tamaño que el de una réflex de gama alta) y pequeñas lentes intercambiables que nada tienen que envidiar a sus hermanas mayores, pero con la mitad de peso y tamaño.

 

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