Otra forma de ver el mundo

Fotografía, televisión, cine y muchas otras formas de arte digital mueven a creadores y espectadores de todo el mundo, y todas requieren de un método de visualización. Las nuevas pantallas digitales lo han puesto fácil a consumidores y empresas, pero los sistemas de proyección tienen sus propias armas.

26/01/2016

Antes de que existiesen los televisores y las pantallas modernas, la única forma de mostrar imágenes en movimiento era mediante la proyección cinematográfica. Actualmente, el cine ya no se rueda con película fotosensible, pero aún se exhibe usando proyectores, ya que por ahora continúa siendo la mejor opción para ver ...

Antes de que existiesen los televisores y las pantallas modernas, la única forma de mostrar imágenes en movimiento era mediante la proyección cinematográfica. Actualmente, el cine ya no se rueda con película fotosensible, pero aún se exhibe usando proyectores, ya que por ahora continúa siendo la mejor opción para ver imágenes de gran tamaño. Y no sólo en las salas, porque los mayores apasionados del séptimo arte siguen apostando por los proyectores de salón. Además, los profesionales de muchos sectores también emplean esta tecnología para mostrar sus trabajos, desde el ámbito artístico al empresarial, pasando por los entornos educativos.
 
Ha pasado mucho tiempo desde la aparición de los primeros proyectores que no empleaban película cinematográfica, y la tecnología ha avanzado considerablemente. En la última década se han realizado importantes avances en los sistemas electrónicos, de iluminación y de gestión del calor, que han permitido incrementar la calidad de imagen y reducir el tamaño, el consumo energético y el precio de los proyectores. 
 
Uno de los principales elementos de un proyector es la lámpara, que genera la luz con la que se forman las imágenes. Los primeros sistemas constaban de tres luces que proyectaban la misma imagen, cada una en uno de los colores primarios (RGB), que se superponían sobre la pantalla. Actualmente existen tecnologías más avanzadas que mezclan las imágenes dentro del propio proyector mediante un prisma
 
Las antiguas lámparas halógenas dieron paso a las de gases metálicos, más eficientes pero también muy caras y contaminantes. Estas aún se utilizan, pero afortunadamente se están quedando obsoletas, dejando paso a tecnologías como las bombillas LED. Son más baratas, no contienen elementos de alta toxicidad, tienen una vida útil muy superior, y además generan menos calor, uno de los puntos flacos de los proyectores. También se han creado sistemas basados en láser, que prometen más precisión y un mejor desempeño a lo largo de toda su vida útil. 
 
En cuanto al tamaño al que se puede proyectar, las salas de cine más modernas dan una idea de hasta dónde se puede llegar en estos días. Pero en entornos menos especializados, como en el doméstico o el de trabajo, el tamaño máximo ya ha superado las 100 pulgadas. Esto equivale a una pantalla de unos 2,2 metros de ancho por 1,2 metros de alto, en formato 16:9, lo cual es más que suficiente para los cinéfilos que quieran un verdadero Home Cinema.
 
La luz genera el efecto de proyección, pero es preciso colorearla para formar la imagen sobre la pantalla. Existen dos tecnologías predominantes en este apartado técnico. La primera, denominada genéricamente LCD, consiste en hacer pasar la luz a través de un panel de cristal líquido translúcido, similar al de los televisores, donde se encuentran los píxeles coloreados que formarán la imagen final.  El segundo sistema se denomina DLP (Procesamiento Digital de Luz). Se basa en un chip semiconductor llamado DMD (Digital Micromirror Device), en cuya superficie hay una matriz de espejos microscópicos que corresponden a los píxeles de la imagen final. La luz emitida por la lámpara pasa a través de un rotor con los tres colores primarios, que envía imágenes RGB independientes y en alternancia al DMD, que a su vez las redirige hacia la óptica.
 
Los avances en los sistemas de iluminación y generación de imágenes han ido a la par con el aumento de resolución del cine y la televisión. Los modelos de salón actuales alcanzan resoluciones de Full HD (1.920 x 1.080 píxeles) e, incluso 4K (3.840 x 2.160 píxeles), compitiendo con los televisores de alta gama y proporcionando un tamaño de pantalla incluso mayor. En el ámbito de los proyectores de oficina y los portátiles también existen equipos de gran resolución, pero por ahora las ventas son escasas. En los últimos años han estado dominadas por formatos más pequeños, como XGA (1.024 x 768 píxeles) y SVGA (800 x 600 píxeles), que curiosamente ha ganado terreno al anterior en países como España, a pesar de tener menor resolución. Por el momento es difícil hacer conjeturas sobre si los proyectores acabarán restando mercado a los televisores, aunque hay tecnologías que podrían inclinar la balanza un poco más a su favor. Superada ya la barrera de las imágenes 3D y de las capacidades inteligentes como las de los Smart TV, los sistemas de proyección más avanzados pretenden conquistar el terreno de la realidad virtual. 
 
El complejo mercado de la proyección de imágenes abarca desde el consumo masivo hasta entornos tan especializados como la ingeniería avanzada, la educación o la gestión empresarial. Las necesidades de estos sectores han guiado en gran medida el desarrollo tecnológico de los proyectores. Por ejemplo, con la inclusión de interactividad, que resulta fundamental en las aulas informatizadas y en las empresas de investigación médica o de ingeniería. Otros ámbitos, como la publicidad, el espectáculo o los grandes eventos también han requerido de nuevos desarrollos que los fabricantes han suplido con sistemas de que combinan varios proyectores, como las proyecciones sobre edificios o en pantallas circulares en centros comerciales y aeropuertos. Este mercado heterogéneo fomenta la investigación en muchos frentes, lo que está ayudando al mantenimiento del sector y al avance de todo tipo de formatos, desde los equipos más profesionales hasta los picoproyectores “de bolsillo”. Incluso existen ordenadores portátiles, cámaras y smartphones que incorporan microproyectores. Y no hay que descartar que tecnologías emergentes como la realidad virtual o la holografía puedan propiciar un nuevo amanecer para el sector de los proyectores, aunque aún sea pronto para saberlo.

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