Un mercado estancado a la baja

Las ventas de calefactores eléctricos llevan unos años de caída lenta pero constante. Se han convertido en un complemento perfecto a los sistemas de calefacción de los hogares en momentos puntuales.

29/07/2015

Los aparatos de calefacción eléctricos han pasado a un segundo plano. La generalización de los dispositivos de aire acondicionado, sobre todos los inverter, y las alternativas de las compañías de gas han relegado a este mercado a ser un mero apoyo para utilizar en casa en momentos puntuales. La facturación ...

Los aparatos de calefacción eléctricos han pasado a un segundo plano. La generalización de los dispositivos de aire acondicionado, sobre todos los inverter, y las alternativas de las compañías de gas han relegado a este mercado a ser un mero apoyo para utilizar en casa en momentos puntuales. La facturación ha vuelto a bajar. En 2014, un 2,9% de los 33 millones de euros de facturación de 2013 a los 32. En cuanto a ventas, supone 25.000 unidades menos, un 2,3% menos que el año anterior. En total, el año pasado se vendieron 1.105.000 calefactores.
 
La facilidad de uso de estos pequeños aparatos y su apenas inexistente mantenimiento los convierten en un complemento perfecto para esos momentos puntuales en los que necesitamos un punto de calor extra. Además, su reducido tamaño permite un transporte muy sencillo y su almacenamiento es muy sencillo, incluso en hogares de pocos metros cuadrados hasta que llegue el momento de utilizarlos.
 
También hay que destacar su seguridad. No necesitan de ningún tipo de combustible para funcionar, tan solo una toma de corriente, por lo que no emanan gases que exijan la salida de humo o que puedan resultar dañinos para la salud.
 
Aunque ese es, precisamente, uno de los factores que echa hacia atrás a los consumidores a la hora de utilizarlos: su incidencia en el recibo eléctrico. El gasto energético que conlleva su uso es un freno insalvable para muchas economías en este país, especialmente aquellas más azotadas por la crisis. En general, consumen un vatio de energía por cada vatio de calefacción que produce, lo que dificulta su uso continuado.
 
La mejor alternativa para que el gasto de la luz no se dispare son los cerámicos. Son más eficientes que los eléctricos. Estos funcionan con una placa de resistencia que transmite su calor por un panel frontal directamente a las personas, mientras que los otros cuentan con un revestimiento cerámico que mantiene durante más tiempo el calor.
 
Los calefactores cerámicos resecan mucho menos el ambiente, ya que necesitan menos cantidad de oxígeno para emitir la misma cantidad de calor. Son además mucho más versátiles: en el mercado, podemos encontrarlos de pared, verticales y compactos, y muchos modelos permiten la salida del aire caliente hacia diferentes lados, con lo que el calor se distribuye de una manera mucho más uniforme por el espacio.
 
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