Después de 24 meses seguidos de bajadas en su Producto Interior Bruto (PIB), la economía vasca consiguió en 2014 revertir esa situación y crecer un 1,1%. La noticia positiva se ve afianzada por los datos relativos al empleo, que experimentó durante el pasado año un aumento del 0,3%. La cifra es baja, pero esperanzadora, por cuánto significa el primer incremento que se produce desde 2008, según indican desde el  Instituto Vasco de Estadística, Eustat.

Además, el cambio de tendencia se aceleró en los tres últimos meses del año pasado, con una subida del PIB del 1,7%, y del 1% en el empleo, en comparación con el último trimestre de 2013.
Empujados por este buen comportamiento, los pronósticos para el presente año son favorables. Así, Laboral Kutxa prevé que la economía vasca crezca un 1,8% en 2015, ligeramente por debajo de lo estimado para la media de España. Además, los especialistas consideran que, de alargarse en el tiempo la actual tendencia de descenso en el precio del petróleo, estas previsiones de crecimiento de la economía se revisarán al alza, sumando, como mínimo, tres décimas más. 

Por parte del Departamento de Hacienda y Finanzas del Gobierno Vasco, las previsiones de crecimiento para este año son de un 1,7%. Desde esta institución destacan que la demanda interna se fortalecerá gradualmente, hasta llegar a ser  el principal motor de la economía de la comunidad.

En cuanto al paro, la entidad espera una bajada de hasta 1,3 puntos, situándose en el 14,5% de la población activa, una de las tasas más cortas del Estado. En lo que se refiere a los precios, los especialistas de la Laboral Kutxa hablan de un escenario en el que se producirá un repunte de la inflación tanto en Euskadi (0,8%) como en el conjunto de España (1%).

Pero una cosa son las previsiones de los analistas, y otra muy distinta las expectativas de los consumidores. Expectativas que, además, pueden condicionar claramente muchos aspectos de la evolución económica. Así, los datos sobre confianza referidos al último trimestre de 2014 muestran un clima de pesimismo entre los consumidores vascos, en lo que se refiere a la situación económica general y a su entorno familiar en particular, así como a su capacidad de ahorro y gasto y a la evolución del desempleo. Una visión que se extiende también en el sector empresarial.